Hay muchas pinturas de Francisco de Zurbarán en la Catedral de Sevilla, pero este San Juan Bautista destaca por su originalidad en la representación del Precursor. Aparece en primer plano en un paisaje lejano, con un gesto anhelante de mostrar al Cordero de Dios con su mano derecha. Esta obra es fechable en 1640.
Todo en este cuadro es excepcional: la descripción de la anatomía del cuerpo del joven Bautista, el tratamiento de la túnica casi dejada caer, el pequeño cordero junto a sus plantas… El Precursor del Señor ha sido representado de muchas maneras, pero aquí aparece con una originalidad total. Sólo es comparable esta figura con la imagen del Bautista, realizada por Juan de Mesa (entre 1623 y 1624), que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. En las dos obras está representado el Bautista a la misma edad aproximadamente, y en las dos resalta la fuerza de su espiritualidad de fuego que ardía en su interior
Quizás en esta pintura de Zurbarán aparezca en su rostro un gesto de anhelo por predicar y anunciar al Salvador, que se refleja en su gesto aún en medio de un momento de descanso. El mismo brazo anunciador del misterio que va a llegar, parece como que no puede ya alargar el dedo anunciador de otras imágenes.
Este cuadro podría titularse: Un descanso en la predicación del Bautista. Pero aún así, destaca el anhelo ansioso de su semblante a pesar del cansancio físico.De este cuadro escribe el Prof. Enrique Valdivieso: “Es una pintura que muestra un concepto físico de gran belleza en la figura del joven Bautista, que aparece sentado en una roca, resaltando su perfil en un potente contraluz”.